miércoles, 16 de julio de 2014

El Mundial de fobal 2014

Tras un mes entero de puro futbol (más cantidad, que calidad), es claro que se podría hacer un infinito desglose de todo lo que se vio, vivió, escuchó y sintió.
Sin embargo no son tantos los puntos que me interesan transcribir; a continuación un detallado y muy subjetivo análisis de los momentos más sonantes del mundial de futbol Brasil 2014, a mi entender.

En primer lugar está el fanatismo cuasi-extremo que se apodera de las personas cuyas escuadras nacionales integran esta justa deportiva.
Principal y comprobablemente lo está mi sentimiento celeste, más fuerte que nunca en esos días. Sentimiento que se exacerba cuando veo como somos subestimados por las potencias mundiales.
También se puede ver en personas de un amplio grupo etario, desde chicos de 13 años hasta adultos de 60 años. Desde deportistas amateurs hasta amas de casa que nunca tocaron una pelota.
Todos los habitantes del planeta fútbol están en sintonía con su selección, vibrando, sufriendo y festejando al unísono, según los resultados.
Una vez liquidada la participación de su equipo, el hincha vuelve a ser un transeúnte más, con su ritmo, pasiones y repulsiones propias y ajenas al colectivo antes mencionado.


Como segunda idea, está la estirpe heroica de la que se compone el futbol (y por qué no? El pueblo) uruguayo.
Dados por muertos tras el primer partido contra la ignota Costa Rica en el que cayó 1-3, los uruguayos ensombrecidos en su semblante, no creíamos poder ganarle a 2 europeos campeones del mundo en 2 semanas, ya que no se podía haber logrado una victoria mundialista sobre europeos hacía más de 50 años.
Así y todo, el Uruguay entero corrió 90 minutos contra los flemáticos Ingleses, que estaban en nuestra misma situación: Win or Go home.
Con la resurrección de Luis Alberto Suarez (nombre de hombre) y sus 2 goles, el pueblo uruguayo festejó.
Lo mismo ocurrió en el siguiente partido, contra el austero Catenaccio de los italianos, que solo necesitaban empatar para pasar de fase. El dios futbol castiga a los que elucubran, y así sucedió con los italianos, se resguardaron cobardemente y la gigante espalda del novísimo capitán Godín nos mandó propulsados a los octavos de final, saludando con un puño apretado al infame Grupo de la Morte.


Lo tristemente célebre también tiene su presencia en este resumen, la nefasta mordida de Luisito Suarez al rústico Chielini.
La que todos negamos pasionalmente, aun con las imágenes claras que proporcionaron las chiquicientas cámaras del estadio.
Lo peor llegó al día siguiente, cuando la FIFA fue presionada por las superpotencias que habían quedado afuera (junto con los millones de dólares que hubieran podido gastar) que pedían la cabeza del uruguayo en bandeja de plata.
Así se hizo, pero como Suarez se transformó en enemigo de la Reina se decidió castigarlo ejemplarmente.
Todos sabíamos que iba, y debía ser, sancionado. El veredicto fue exagerado, y con el bajón anímico de ver a su estrella proscrita de la competencia, Uruguay cayó derrotado ante Colombia.

Otro punto caliente es la maestría de Oscar Washington Tabárez. Un tipo que demostró saber más que los 3 millones de técnicos que mirábamos los partidos por T.V.
Con implacable estudio, el Maestro planteó verdaderas estrategias futbolísticas, acordes al rival y a la capacidad de juego celeste.
También dio una lección de consecuencia ideológica al renunciar a su cargo FIFA tras la injusta sanción a Suárez, al que nunca dudó en defender ante las arremetidas de los periodistas ingleses y calificar a éstos de moralistas baratos.
Al Maestro Tabárez, por todo esto, muchas gracias.

Saliendo del lado Uruguayo, quiero hablar sobre Brasil, un Brasil triste y falto de cualquier cosa semejante a un estilo de juego concreto, mucho menos al famoso “Jogo Bonito”.
Un Brasil que desde el primer momento se vio como carecía de todo, salvo de un referente, como lo fue el tibio Neymar.
Brasil avanzó hasta semifinales porque enfrentó a cuadros de mentalidad derrotista como lo fueron Chile (con su delantero tatuándose su propia falla tras el partido) y a los auto-inflados colombianos.
A la hora de enfrentarse a un cuadro verdadero como Alemania, conocieron la realidad de ellos mismos.
Y también el mundo, al ver como los hinchas pedían por favor a los Alemanes que derrotaran a Argentina.

Una de las mayores alegrías que presentó este mundial, fue la igualdad futbolística a la que han llegado casi todas las selecciones. Es así que cuadros como Costa Rica desbarataron los planes de todos sus
contrincantes en primera fase y en octavos. Así fue como la humilde Argelia hizo sufrir a la poderosa Alemania durante 120 minutos.
Todo esto demostró que las distancias se han acortado y que todos los países pueden apuntarse como contrincantes, mostrando que el fútbol ha tomado una trascendencia inesperada en casi todos los rincones del globo.


Terminando con el artículo el punto más triste a mi parecer, es como despreciamos a nuestros vecinos y hermanos Argentinos, siendo que ellos siempre nos han tratado como ese hermano menor al que protegen cariñosamente.
La mayoría de los uruguayos alentó a los fríos alemanes, que probablemente piensen en nosotros como unos indios que deberíamos ser conquistados.
Incapaces de reconocernos en los Argentinos la gente festejó el triunfo tetutón mientras yo me sentí derrotado junto a los 23 jugadores que representaban a un país que no es más que un Uruguay más grande.
Muchos dirán que estoy loco, pero no lo creo, en este mundial Argentina llegó a donde llegó de la manera que Uruguay lo hubiera hecho, cuchillo entre los dientes, estrategia de aguante y mucho huevo.
Llegado el fin de este encuentro deportivo no queda más que agradecer al futbol por los momentos hermosos que es capaz de brindar.

A los jugadores, hinchas y también a los que no les importa un pito el fobal,

Salú.

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